MI CASA CLUECA EN EL INVIERNO…

Mi casa clueca en el invierno
mi casa corva en su potencia animal
tía de unos huevos ya sin nacer
gravita su mudez empolla aquel tacto doméstico
con que escarba en la tierra para nosotros
feéricos suenos insepultos
y se llueve hasta el fondo del paisaje
con sus alas escobas
a una distancia palpable del portal
donde crecimos por un sordo cacareo de organillo
antes de que volase a las alturas
hecha astillas en explosión de mi orfandad.

TAN ULULANTE VUELVE Y NO VERÍDICA…

Tan ululante vuelve y no verídica
la fabla de mis loros nonagenarios
reyes en la ceniza de un vano parloteo
a expensas del vaivén opresivo
en el aro de plumas ajadas
tan ululante giro de mis nombres perdidos
ecos en la memoria sin edad
vuelven al balanceo donde sus picos
limpian en otro espacio las sobras del ayer
hablan a solas de mi vida los grifa el porvenir
y obsérvanme al anillo de sus ojos
en aquel punto de retina en que me abren
o me cierran con un tacto febril de eternidad.

DE QUIÉN ES ESTA CASA QUE ESTÁ CAÍDA…

De quién es esta casa que está caída
de quién eran sus alas atormentadas
esa puerta con ojos de caballo
y flancos secos en la brida muerta
de su aldaba. El relojeante polvo
donde se palpa la usura del vacío
con sus patas de araña. Y el jinete de sombras
que traspuso en la ojiva su ser
de graves estandartes. Y desmontó
y erró por años confinado a un espacio
de geométrico frío hasta hacerse fantasma.

NO SOY FAMILIA DE ESOS ÁRBOLES…

No soy familia de esos árboles
que avanzan de muletas en su verdor
al patio de internado. Me toman
sin conocerme. Posan en mis cabellos
el flavescente silencio en sus ramas
y aguardan. Mi preceptor espía el fondo
de mis pasos como hurgando una sal
de placenta que me recoja. Ya nadie viene.
Ni madre que me conduzca por el río
azul de sus várices. Ni la buena pestaña
que se lleve mi ojo. Reposo y mi cabeza
se hunde en el plumón de las costillas.

Ya no se irán de mí los filos espoleantes
con que muerde esta acera. Los clavos
de esas raíces me dejarán aquí
para siempre. Aunque abra la ventana
de casa y crezca lejos aunque expíe
con oro de infancia una culpa imberbe
ya no podré zafarme. Y si corro
hacia mi vida hacia mi muerte
el preceptor saca la lengua precisa
y su paciencia de sapo me captura.

GIRA TODO VIVIR POR MI RELOJ YA CALVO…

Gira todo vivir por mi reloj ya calvo
el expósito ayer entre las hojas amarillas
los árboles que vuelven a caballo
porque sabe a café la última luz
y gravitan los tactos del desastre.
Gira por mi reloj ese espacio abolido
donde se doblan las setenta costillas
de la casa y cae el sol a las piedras ausentes
cuando alguien ya lejos trae su alma
y barre a la piedad de los zócalos
fatales huellas de zapatos muertos.

PIAFA Y ME AUSCULTA A CADA HORA…

Piafa y me ausculta a cada hora
aquel caballo en que mi padre
llegó hasta mí. Piafa y no lo veo.
En laberinto de establo
su flanco palmoteando por la raza de abismo.
La herradura combada a un límite de obsesiva eternidad
donde todo venir es volver.
Piafa y orejea su capa de murciélago
modula un relincho de dádivas oscuras
y aletea magro de toda fatalidad
siempre con esa víspera en los ojos
listo para llevarme en su trote sin fin

MI VIVIR ES ARAÑA EN LA TELA DEL POEMA…

Mi vivir es araña en la tela del poema
devano en obsesión oscura
hilos de vida y muerte este palio palpable
del ensueño tenaz
lo que urdo con seda y orgullo
mi fabla de esquivez el silencio enervente
la estrofa de radar al porvenir
otra mano lo borra hasta que expie la aguja
y vuelva a cardarme al tacto de la red
y así por cada hora en el harapo mudo
salto de lo vacío y enhebro el recomienzo.

MI PERRO ATEO

Mi perro ateo mi perro de talendo obsesivo
girando en mi año séptimo
con vibraciones laicas móviles
Mi perro con su colmillo de células de jade
siempre la boca tras las siete muertes
de la cola siempre los ladridos
cerrando aquel anillo de absoluto
latía en el sur guardián de los abismos
y echábase con sus zapatos de vacío
tan personal tan abrigado de misterio
fiel a mis ojos y noble en lo más hondo
enrazado de infancia y tiovivo.